Diego Rodríguez inició el proyecto de recuperación de vida silvestre en condiciones de maltrato hace 10 años, cuando la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa) puso bajo su cuidado a Inca, un águila real que había sido recuperada, con las alas cortadas.
«Me abrió el corazón y desde ahí dije que tenía que hacer algo por esta especie». Desde hace seis años, Diego comenzó a rescatar y rehabilitar, en terrenos del Estado de México, a 22 ejemplares de aves de rapiña, muchas en riesgo de extinción.
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