La nueva molécula, denominada DBI, podría ser importante en el diseño de nuevas terapias con menos efectos secundarios no solo en ciertos tipos de epilepsia no convulsiva, como las crisis de ausencia o pequeño mal, sino también para combatir la ansiedad y los trastornos del sueño, según un trabajo publicado en el último número de Neuron.
Utilizado para aliviar la ansiedad, los espasmos musculares, las crisis convulsivas y para controlar la agitación causada por la abstinencia de alcohol, el diazepam, cuya denominación comercial y más conocida es valium, fue puesto a la venta en 1965 y aún hoy es uno de los fármacos psicoactivos más utilizados. Actúa disminuyendo la transmisión de los impulsos nerviosos y de ahí sus efectos sedantes. El hecho de que pudiera unirse a determinadas zonas del cerebro y ejercer así su efecto calmante sugería que debía haber alguna sustancia tranquilizante producida por el cerebro que de forma natural tuviera el mismo efecto que el diazepam, pero hasta ahora no se había localizado.
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