Los cientos de ensayos nucleares realizados durante la segunda mitad del siglo XX dejaron una marca indeleble sobre el planeta y sus habitantes. Aunque las bombas atómicas hayan dejado casi siempre cicatrices de mal recuerdo, algunas de las señales que grabaron sobre el planeta están siendo útiles para la ciencia como testigos de los más diversos fenómenos.
Esta semana, Cell publicaba la resolución de un antiguo misterio sobre la regeneración de nuestras neuronas, pero no es la primera vez que los residuos radiactivos han sido útiles para desentrañar enigmas.
Leer noticia completa en: Contenido.