Estar en Cuba y usar internet es como viajar en el tiempo y volver a mediados de la década de los 90. A aquellos tiempos en los que a internet se accedía por vía telefónica, con el característico tono de llamada y sonido blanco, previo a poder navegar en una red de velocidad a paso de tortuga.
Tres son las vías que hasta hace poco disponían los cubanos para acceder a la red: tener un permiso especial de acceso con una cantidad determinada de horas de uso, a través de la «compra» (práctica ilegal) de horas a alguno de los primeros o utilizando las computadoras con acceso a internet disponibles en las universidades.
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