Uno de los aspectos mas difíciles a la hora de crear una aplicación es la caza y captura de bugs. Y es que cuando un desarrollador solo tiene un dispositivo y unas limitadas horas, es imposible que encuentre todos los fallos que tiene la app. Incluso cuando se contrata a un estudio de beta testers, los bugs mas escurridizos siguen ocultos entre el código. Y cuando finalmente la app llega a Google Play y millones de personas se la descargan, muchos usuarios se encuentran sorpresas desagradables que acaban por dañar la imagen del programa y del desarrollador.
TestFlight nació en iOS como un método algo alternativo para realizar pruebas de apps, usando a los aficionados mas entusiastas como “conejillos de indias”. La clave está en que cuanta mas gente pruebe una aplicación, mas probable será que un bug sea encontrado, pero al mismo tiempo eso es mucho mas caro para el desarrollador.
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