Cuando las uvas llegan a las bodegas para su procesado y transformación desde las diferentes zonas productoras comienza una ardua labor de clasificación en función de una serie de parámetros que tienen en cuenta la presencia de elementos extraños o no aprovechables en la producción de mosto y vino, la consistencia del fruto, su tipología y el grado de maduración. Se trata de un proceso, no obstante, esencial, ya que las cualidades de la materia prima, de la uva, influyen en el resultado final de la producción vitivinícola.
No obstante, los métodos actuales con los que se clasifican los frutos son poco ágiles y aún muy artesanales. Normalmente se hacen estimaciones visuales, mediciones refractométricas y se toman muestras para su posterior análisis químico. En este sentido, es obvio que en el sector bodeguero existe la necesidad de disponer de herramientas que permitan clasificar de una manera más ágil el nivel de calidad de la uva en tiempo real y de forma fiable.
Precisamente con el objetivo de lograr esto último el Instituto Tecnológico de Óptica, Color e Imagen (AIDO), una asociación industrial privada sin ánimo de lucro creada a iniciativa empresarial en 1988 e impulsada por la Generalitat Valenciana, ha desarrollado un prototipo basado en tecnología de visión artificial que lo posibilita. Éste emplea algoritmos de procesado de imagen que detectan automáticamente los parámetros necesarios para determinar la calidad de la uva.
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