La lluvia ácida que cae en Ciudad de México, una de las más contaminadas del mundo, es transmutada en un agua pura cargada de «amor, gratitud y respeto», gracias a una alquimia que, en plena urbe cosmopolita, mezcla naturaleza, ciencia, misticismo y rentabilidad.
«La intención es la forma esencial de la energía, y el agua su conductor universal»: ese es el principio en que se funda la pequeña pero acogedora Casa del Agua, un proyecto 100% mexicano que busca llevar el vital líquido del cielo a la mesa, a través de un sofisticado proceso de purificación y armonización.
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