Cinco años después del comienzo de la Gran Recesión, el saldo es aterradoramente claro: millones de empleos de la clase media se han perdido en países desarrollados de todo el mundo.
Y lo peor es que esos empleos no se mudaron a China u otros países en desarrollo. Simplemente se desvanecieron, desplazados por software y máquinas avanzadas que pueden hacer las tareas más rápido, con mayor calidad y a un menor costo.
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