Una sociedad sexualmente represora como la mexicana, tiende a hacer que sus integrantes no tengan inteligencia sexual, lo que genera no sólo complicaciones psicológicas, sino también físicas, afirmó Julián Alcalá, profesor de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
La inteligencia sexual, explicó, se basa en la medición de la capacidad erótica de las personas, pues se considera que el principal órgano vinculado es el cerebro; es ahí precisamente donde se configura el placer y el deseo.
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