La tradición de decorar el árbol de Navidad tiene una larga historia. En la Edad Media los árboles se decoraban con frutas y dulces. Luego, se pusieron de moda las bolas de diferentes colores y los juguetes. A partir de mediados del siglo XIX las velas empezaron a iluminar el árbol navideño y más tarde las reemplazaron las guirnaldas eléctricas. Hoy la ingeniería genética ofrece una nueva opción: crear árboles transgénicos luminiscentes.
Para que el árbol navideño emita su propia luz los científicos británicos de la Universidad de Hertfordshire decidieron trasplantarle dos genes tomados de las medusas y las luciérnagas. Uno de estos genes es responsable de la producción de la proteína fluorescente verde, y la segunda produce la enzima luciferasa.
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