Un correo electrónico, un mensaje de WhatsApp y una canción descargada en internet son esencialmente lo mismo: datos que viajan sin más orden ni guía que algunas reglas como el estándar HTML que define cómo hacer páginas web, y el protocolo TCP/IP que habilita el paso de los datos por la maraña de internet.
Algo similar pasa a nivel comercial. Pese a que cientos de empresas operan infraestructura para el tráfico de internet, éste funciona automáticamente y sin más trámite que acuerdos comerciales entre los operadores de telecomunicaciones, quienes cobran por la cantidad de datos enviados.
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