Desde tiempos inmemorables, la civilización humana ha estado obsesionada con el tiempo. Además de las especulaciones latentes sobre el fin del mundo, nos preocupa la vida del futuro y los nuevos escenarios.
Ante las profecías apocalípticas y la inminente escasez de recursos han surgido proyectos como la Bóveda del fin del mundo (Doomsday Vault) en la que se conservan, a 18 grados centígrados, 100 millones de semillas procedentes de 104 países del mundo. El almacén se ubica a 130 metros de profundidad en una montaña de la isla de Spitsbergen en el Ártico.
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