Steve Jobs, quien durante cuatro décadas no paró de crear y recrear el mundo de la informática y de las comunicaciones, fue además de un innovador nato un empresario lúcido que entendió desde el primer momento la importancia de proteger legalmente hasta la más mínima de sus invenciones.
Una exposición que le dedica hasta el próximo día 24 la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) en su sede de Ginebra pone de manifiesto cómo la evolución de los productos Apple ha contado en cada etapa con la protección del sistema de patentes, primero en Estados Unidos y luego a nivel internacional.
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