El 27 de abril de 2007, la pequeña nación báltica de Estonia —uno de los países más conectados del mundo— fue golpeado con un ataque cibernético masivo. Los sitios web de los bancos, de ministerios de gobierno, del Parlamento, periódicos y otros medios de comunicación fueron paralizados, inundados por una ataque de denegación de servicio.
“Estábamos francamente sorprendidos cuando esto pasó”, dijo el presidente de Estonia, Toomas Hendik Ilves. “Los botnets (robots informáticos) atacaron a todos los aspectos de la sociedad”.
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