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Templo Mayor

Si se quiere empeorar un problema técnico, lo mejor es hacerlo con argumentos políticos. Ése es el caso de la polémica Supervía Poniente con la que el gobierno del Distrito Federal pretende desahogar el ya de por sí asfixiante tráfico hacia esa zona de la ciudad. Uno de los pretextos más socorridos por sus opositores es que la construcción de esta nueva vialidad provocaría serias afectaciones en términos ecológicos.

Sin embargo, la realidad es que ni las propias autoridades ambientales federales han logrado ponerse de acuerdo al respecto. Del lado de la Comisión Nacional del Agua se dice que el gobierno capitalino no cuenta con los permisos correspondientes y, por lo tanto, se debe clausurar la obra. Eso dice José Luis Luege que, como bien se sabe, no pierde oportunidad para lanzarle uno que otro jab a Marcelo Ebrard.

Peeero, a contracorriente de Luege, en la Secretaría de Medio Ambiente, la gente de Rafael Elvira no está del todo segura de contar con los argumentos para detener el gran proyecto citadino. Al final unos no dejan avanzar a los otros, los otros estorban a los primeros y que cada quien empuje su agenda… mas la ciudadana, nadie.

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