Ahí la tenemos, de nuevo, la obtusa oposición a que se lleven a cabo proyectos en este país, a que se construyan carreteras, aeropuertos, puentes, presas… Ahora es Luege, el de la Comisión Nacional del Agua, quien objeta el trazado de la llamada Supervía Poniente. La construcción, desde luego, la está llevando a cabo el Gobierno del Distrito Federal. Lo de «federal» no es enteramente cierto porque, justamente, el señor Luege avisa que ese tal gobierno de la capital de todos los mexicanos no tiene «permiso1» para realizar obras en «áreas federales». Ya se jodio el asunto, pues.
Aquí, la principalísima preocupación de los dignatarios de nuestra clase política es tratar de que sus opositores no puedan ceñirse los laureles de ninguna victoria aunque ésta signifique un logro para los ciudadanos y no para el partido de enfrente. Marcelo Ebrard fue designado el mejor alcalde del mundo por la World City Mayors Fundation. El problema, sin embargo, es que no milita en el partido del señor presidente de la República sino en una organización que, encima, ha implementado políticas públicas progresistas que no son del gusto de los conservadores blanquiazules
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