Como era previsible, la licitación 21 se cayó. Era imposible tanta impunidad, como el engaño mismo en la forma de constitución del consorcio que, ahora sabemos, nunca existió. ¿Como resolvió entonces la autoridad? Es penosa la imagen que este proceso ha generado de México en el exterior, en cuanto al hecho de parcialidad y falta seguridad jurídica con que se decide la materia de telecomunicaciones. El derrumbe fue ocasionado por la misma ilegalidad e inmoralidad con que se llevó a cabo el proceso en el que se les otorgó a las empresas Televisa y Nextel, 30 megahertz (MHz) nacionales de espectro radioeléctrico. Esas empresas empezaron la licitación por separado; luego la Cofeco de Eduardo Pérez Mota les autorizo fusionarse para ser un solo competidor, a la mitad del proceso. Como consorcio se les entregó el título de concesión. Y ahora se vuelven a separar.
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