No hay duda. El crecimiento económico de este 2010 se escribe sólo en inglés y se explica por el sector exportador. Qué bueno que la industria automotriz o la minería estén creciendo a tasas galopantes en esta coyuntura mundial (tendencia, por cierto, sin ninguna garantía de continuidad, dada la volatilidad en las expectativas).
Pero el mercado interno -producto de los salarios y empleos de los mexicanos- aún no ha salido de su depresión. Allí está la terrible situación de retroceso que vive la construcción desde hace casi dos años, una situación sólo comparable a la crisis que vivió con la devaluación del peso en 1981-1982.
«La construcción está mal», fue la lacónica frase de José Eduardo Correa, el presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, el pasado miércoles en una reunión con periodistas para presentar el Compendio Económico Mexicano de la Industria de la Construcción.
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