(…) Desde hace más de 30 años, muchas ciudades ya no construyen supervías porque su efecto positivo en el tráfico dura menos de un año, pero su efecto negativo en la ecología y la convivencia social, es más largo.
En particular, la Supervía Poniente promoverá la urbanización de áreas verdes fundamentales para la captación de agua. Ligados a la Supervía, están los planes de desarrollo de la «Biometrópolis» en un bosque cerca de la salida al Ajusco, y el «acuario más grande de Latinoamérica» en Xochimilco. Para este tipo de desarrollos, la Asamblea Legislativa acaba de cambiar la Ley de Desarrollo Urbano, que deja en indefensión tanto a la naturaleza como a los ciudadanos, de los voraces intereses de los desarrolladores y los líderes invasores.
(…) Los problemas de movilidad no se solucionan con más carros circulando, sino moviendo más personas. Existen ya varios proyectos que proponen solucionar movilidad a Santa Fe, utilizando transporte público de calidad. Si queremos que nuestros hijos sigan viviendo aquí, los capitalinos tenemos que defender a la naturaleza de políticos con visión sexenal, aliados con empresas desarrolladoras. Ellos nos señalan sólo un árbol, pero atrás están destruyendo todo el bosque.
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