Poner el teléfono en silencio puede ser un gesto de buena voluntad, de respeto para el resto de la humanidad, y todo un detalle para no contribuir a la contaminación sonora. Sin embargo, a usted y a su precaria atención le va a servir de poco silenciar el móvil. Una vibración muda será suficiente para que su concentración salte por los aires.
Ignorar al teléfono supone un escape de atención semejante al de atender esa llamada o contestar el mensaje. Esa es al menos la conclusión del estudio El coste de atención de recibir una notificación en el teléfono de la Universidad Estatal de la Florida, que ha sido publicado en la revista Journal of Experimental Psychology: Human Perception and Performance. El trabajo en cuestión sugiere que el teléfono es un ente tan poderoso que su presencia ya es por si sola un ladrón de atención.
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