Finalmente, 17 años después de realizada una privatización parcial cuya legitimidad quedó en duda, dadas las mil concesiones otorgadas por Petróleos Mexicanos a cambio de migajas, la Auditoría Superior de la Federación investiga la nebulosa relación de la paraestatal con la Impulsora Jalisciense, su socio en Mexicana de Lubricantes
La ecuación es simple: cómo fue o qué se rompió para que una empresa sembrada entre las 130 más importantes del país, arriba incluso de DuPont, cuya facturación alcanzaba 225 millones de dólares al año, dos años después arrastrara pérdidas, en cuya cauda dejó de transparentar sus estados financieros de cara a la empresa pública.
De hecho, en el jaloneo las firmas se enfrascaron en una catarata de litigios iniciada hace ocho años, que culminó hace unas semanas cuando un tribunal resolvió en definitiva que Petróleos Mexicanos tenía derecho de cancelar los contratos que le permitían operar a la firma productora de aceites y lubricantes.
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